CEO, no cambie, más bien revolucione

Escrito por José Garrido Lecca


La tarea de los CEO, como líderes, es ser conscientes de que modificas solo los modos y las formas de hacer las cosas, en puridad, no revoluciona nada.


En épocas en las que se habla de innovación como requisito para la supervivencia de la empresa, vale la pena acordar una reflexión de Pere Rosales, Fundador y CEO de INUSUAL, quien afirma que si bien el curso natural del ser humano – y por tanto, de las empresas – es la evolución, son las revoluciones las que nos llevan a cambiar el curso de esa evolución.


El camino apunta entonces a la revolución, un concepto que no debería generar temor, sino apuntar al cambio profundo y permanente que nos permitirá evolucionar sanamente.


El problema es que tendemos a creer que cambiar es revolucionar. Y lo cierto es que nada está más lejos de la realidad.


Diseñar y lanzar nuevos productos o servicios, refrescar los procesos de gestión o nuestras estrategias de marketing, son situaciones casi obligatorias en la organización de hoy.


Pero, quizá perdemos de vista que la flexibilidad que demandan –y parecieran premiar- los mercados, puede generar desconcierto, inseguridad o incertidumbre en nuestros equipos, si los embarcamos en actividades que los desgasten.


Ello parte de no conocer un propósito o dirección determinados para la empresa y de ver a la revolución como un enemigo de nuestros – legítimos – intereses particulares.


Piense solamente en la cantidad de tareas que un CEO (muchas veces a pedido del directorio) encomienda a sus áreas funcionales. Tareas que son, en muchos casos, modificadas, en ocasiones sin haber sido siquiera terminadas.


Su tarea como CEO es ser consciente de que modificar solo los modos y las formas de hacer las cosas, en puridad, no revoluciona absolutamente nada.


El directivo correctamente enfocado sabe que su tarea es guiar y ser el catalizador de una revolución que se convierta, finalmente en una ventaja competitiva en mercados que son cada vez más complejos, a través de mover voluntades, no solo emociones.


Como dijo Jorge Wagensberg, "Cambiar de respuesta es evolución, cambiar de pregunta es revolución".